domingo, 17 de octubre de 2010

Un día cualquiera

El aire se partió en dos y él tendió su mano hacia ella, como si no se hubiera levantado nunca de la tumba del pasado, del ataúd de las promesas muertas. La miró. Su sonrisa se ensanchó para revelar su alegría ante tal encuentro. Era él... Ella alzó una mano para saludarle, sorprendida de su buena educación, cuando el mundo se tambaleabaa su alrededor.

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