domingo, 31 de octubre de 2010

Perdida.

En mitad de la noche me despierto. Todo ha sido un sueño. Noto un cuerpo a mi lado y me doy la vuelta lentamente. Ahí está él, durmiendo, tan relajado. No puedo creer que haya pasado realmente. Apenas lo conozco, un par de semanas quizá. Lo pienso, y me parece conocerlo desde hace años. ¿ Cómo si no explicar la complicidad que hay entre nosotros? Por no hablar de la química, pero ese es otro tema. Un mechón de pelo le cubre timidamente la frente, intento apartárselo. Es ondulado y oscuro. Como sus ojos. Justo en ese momento se despierta. Me mira divertido. Yo me sumerjo de lleno en sus ojos oscuros, intentando, en la penumbra de la habitación delimitar donde termina su pupila y dónde empieza el iris. Se apoya sobre un codo, incorporándose y sonríe. Dejo de respirar. ¿Cómo lo hace? Es esa maldita sonrisa suya que me deja sin respiración. Ahora es él quien me aparta un rizo algo rebelde. Desliza su mano hasta mi barbilla y allí se detiene. Sigue sonriendo, y yo sigo sin respirar. Se acerca, y despacio, besa. No lo conozco apenas, y sin embargo, es el mejor beso de mi vida. Se separa y me guiña un ojo.

Estoy perdida.

Totalmente perdida.

1 comentario:

  1. No creo que estés perdida, más bien es que se te ofrece la opción de vivir una nueva aventura de la que solo sabes que quieres vivirla, y no es la razón la que te lo dice.
    ¿Aceptas el desafío?

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