miércoles, 23 de noviembre de 2016

Algún día



Y quizá, 
algún día, 
cuando volvamos a ser capaces de hablar, 
cuando pueda volver a mirarte a la cara, 
pueda decirte 
que te quise como a ninguno, 
y que tú 
me trataste como a cualquiera.

jueves, 27 de octubre de 2016

Pasito a pasito

Las cosas cobran sentido cuando me abrazas y se me encoge el estómago.
Cuando me siento tan, tan pequeña entre tus brazos, que parece que nada me puede pasar.
Cuando me colocas un mechón de pelo en su sitio, y tus dedos se enredan en mi pelo más tiempo del necesario, o cuando me quitas una pestaña y tu mano me acaricia más de lo políticamente correcto.

Y luego pienso en todo lo que podría ir mal, la cantidad de cosas que pueden no ir lo bien que esperamos, y me asusto.
Me asusto como cuando tenía seis años y me daba miedo la oscuridad.

Pero me miras, y me sonríes.
Y el mundo deja de girar y se para a mirarnos, y en lo que dura esa mirada, encuentro las fuerzas para seguir un poco más.

martes, 25 de octubre de 2016

"Cerrado por derribo"

Miro atenta a mi alrededor, el espectáculo de dos personas que son pareja, que se refieren al otro como "mi marido" y "mi mujer", pero que lo cierto es que ya no sienten que sean nada del otro. Que hace demasiado tiempo que sus ojos no brillan al encontrarse, pero les resulta más fácil fingir que aquí no pasa nada.

Y no sabéis hasta que punto es cierto eso de que no pasa nada, porque la persona con la que comparten su vida no les genera ni siquiera un escalofrío. Ya no sienten ningún interés, ya no les provoca esos nervios del principio. Que las mariposas en el estómago hace ya tiempo que emigraron, y que alguien colgó el cartel de "Cerrado por derribo".

jueves, 18 de agosto de 2016

Tormenta tropical



Y me paro, me calmo, respiro. Y vuelo a respirar, y me vuelvo a alterar. Pasos cortos, pasos rápidos. Me estalla el pecho y escucho cómo discuten mi cabeza y mi corazón. Sólo que esta vez ambos me piden a gritos olvidar. Y yo respiro y asiento. Porque es lo que quiero: respirar y olvidar. Pero los tres sabemos que cuando tenemos calma, sólo es una pausa mientras llega la siguiente tempestad. Sigo confiando en que esto ya no sea una tempestad, sólo los últimos coletazos de una tormenta tropical.

lunes, 17 de agosto de 2015

Cartas a ninguna parte.

Te fuiste. No te empuje a ello, pero lo hiciste. Decidiste. Por ti, por mi, por lo que ya no iba a ser.
Te alejaste, te distanciaste porque era la única forma de controlar esa descarga eléctrica que nos arrasa cuando nos vemos.
Elegiste el camino fácil. Y ambos sabemos que te lo perdoné todo, hasta lo que los dos sabíamos que nos pasaría factura de por vida.
Yo supe desde el primer momento, que lucharía con uñas y dientes si era necesario, que lo enterraría todo, sólo por tenerte al lado. Pero no a cualquier precio. Tú tenías que querer estar conmigo. Tenías que elegirme…
A día de hoy aún me pregunto qué pasó, cómo pudo pasar, en qué momento.
Podemos mentir, mentirnos. Fingir que no tiemblo entera cuando te veo, aunque sea de lejos. Fingir que no buscas sentarte a mi lado, y que es casualidad que aunque seamos 20, tu silla siempre quede al lado de la mía. Benditos amigos en común que nos lo facilitan todo eh!
Y puede que a la mayoría de gente la engañes. Que les pasen desapercibidas tus miradas, tus “juegos de las sillas” para acabar sentándote a mi lado. Pero para tu desgracia, los hay que te conocen incluso más que yo. Y hasta ellos piensan que estás haciendo el imbécil. ¿Sabes cuál fue el consejo de tu hermano?: “Pasa de él, es idiota si no es capaz de verlo”. TU HERMANO.
¿Te das cuenta? Podemos hacerlo, mentir, pero de vez en cuando, fallan las fuerzas (te fallan a ti, porque lo cierto es que yo me limito a la distancia que tú impones), y suena un whatsapp.
“Te he visto y no he podido no escribirte. Me apetecía hablar contigo”
Y lo cierto es que te apetece mucho más. Lo jodidamente cierto es que eres incapaz de alejarte del  todo, incapaz de ver cómo me marcho (no digamos ya si marcho con otro). Eres incapaz, como tú mismo me confesaste,  de olvidar mi olor, de verte arrastrado a recuerdos que siempre te hacen sonreír.
Lo repito: fue tu elección.


He llegado a la conclusión de que es tu miedo quien decide. Y te deseo suerte, porque si dejas tu vida en manos del miedo, la vas a necesitar.

miércoles, 5 de febrero de 2014

De reflexiones y decisiones

¿Por qué sentimos esa necesidad de mantener en nuestra vida a personas que nos hacen daño? Por ejemplo, un novio/a que nos ha engañado, pero que perdonamos e intentamos mantener una buena relación, incluso ser amigos, ¿por qué? Quiero decir, las cosas pueden no funcionar como pareja por muchos motivos, pero no debe fallar jamás la confianza, y sin confianza, no hay amistad posible.

Puedo entender que todos hacemos daño en algún momento. Que las relaciones son así, y que cuando una de las partes decide no continuar y la otra parte no siente lo mismo, es imposible que nadie salga perjudicado.

Me han mentido más de lo que creía posible. Hubiera apostado todo a nada por esa persona. Y me mintió.

Entonces, ¿por qué ese empeño en mantenerlo en mi vida a toda costa?


Igual sucede con los amigos/as. Cuando una persona que se autodenomina amiga/o, y a quien consideras como tal, ¿por qué hace daño de manera totalmente consciente? y de nuevo la misma pregunta, ¿por qué sentimos esa necesidad de mantener en nuestra vida a personas que nos hacen daño? Ese interés, ese afán por recordar que no te quiere en un lugar determinado de su vida, de "meter el dedo en la llaga", de hacerte sentir como si no fueras suficientemente buena/a, y tu empeño en esforzarte más para que te considere válido.

¿Tengo algo más que demostrar? ¿Debo hacerlo con alguien que no me valora? ¿Obtengo algún beneficio teniendo en mi vida a alguien que se empeña en meterme en la cabeza "ella es mejor que tú"?

lunes, 13 de enero de 2014

Propósitos 2014

-Leer más, estar menos en el ordenador.
-Volver a ESCRIBIR.
-Encontrar un trabajo remunerado. Hacer cosas por amor al arte está bien, pero hay que sobrevivir.
-Volver a BARCELONA. Demasiados meses sin esa dósis de energía que me da esa ciudad. Injustificable que se espacien tanto esas escapadas.
-Hacer, por lo menos, una de las cosas que en estos momentos no me atrevo.
-Viajar más, aunque no necesariamente fuera de España. Conocer sitios bonitos bonitos, porque aquí también hay, no es necesario cruzar Europa.
-Reír más, si cabe. Pensar menos.
-Hacer deporte.
-Aprender alguna técnica de relajación, respiración, autocontrol.