Muérdeme, aráñame hasta que sangre.
Deja tus huellas ocultas en mi piel.
No permitas que otro recorra las curvas de mis caderas.
Sonríeme a bocajarro, que yo te besaré sin recaudos.
Suéñame despierto mientras te escribo con mis dedos.
Arráncame despacio cada sombra de dolor, y tiñe mi sonrisa con el rubio de tu pelo.
Deja que pasen los días, mientras me pierdo en tu cuerpo. Que se quemen los minutos, ardiendo con cada aliento.