jueves, 30 de junio de 2011



Y le habló a la luna. Se lo contó todo, sin apenas parar para respirar. Y dejó que cayeran esas lágrimas que luchaba por contener. Sólo podía mostrar esa fragilidad delante de ella. Y dejó que la luz de la luna le acariciara. Aquella luna que guardaba miradas. Aquella luna que lo sabía todo, porque lo había visto todo. Una luna que era testigo silenciosa de todas las noches de insomnio. Testigo de tantas conversaciones que nunca llevaron a ninguna parte. De calurosas noches de verano fumando un cigarrillo desde la tumbona de su balcón, acompañada únicamente por el humo que salía de su boca, iluminada por la luna. Una luna que la ha acompañado siempre. Que la ha fascinado siempre. Una luna que influye en ella igual que influye en las mareas. Una luna que la mira desde la distancia y le sonríe. Una luna que le guardará el secreto. Una luna que empieza a marcharse, pero que cuenta las horas para volver a verla.

2 comentarios:

  1. Anda, déjame tu mail o agrégame: carhartt_mr@hotmail.com.

    Tengo que saber más sobre tí, jaja.

    Por cierto... bonita entrada. Qué curiosa es la luna. Que pánico tan mal fundamentado tienes para publicar... con lo bien que se te da.

    Te obligo a creer en las casualidades!

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  2. Podriamos decir que la historia continua..cn este texto :)
    me ha gstado mucho. por cierto lo del otro dia no era mio es de una cancion pero tiene unas frases increibles ( nach e ismael serrano- ellas) besos :) muas*

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