Hay palabras que son inmortales. Palabras que están condenadas a vivir permanentemente en nosotros. Palabras que un día fueron de oro y brillaron, pero que ahora son de hierro y pesan.
Palabras que llevamos cosidas a la piel, que provocan escalofríos haciendote estremecer.
Palabras que renacen de lo más hondo, que surgen de un fuego que creíamos apagado.
Error. Un error más que añadir a una lista que parece no tener final.
Palabras que nacen de sonrisas olvidadas. Que despiertan con la distancia. Que lloran con la acuciante necesidad de ti.
Palabras encerradas bajo llave. Que se ahogan en el silencio de cada día, pero retumban en el estruendo de la noche. Que buscan entre las campanadas de las doce, llamándote con otros nombres, esperando encontrarte entre el viento.
Palabras que buscan palabras, de esas no pronunciadas pero gritadas con la mirada. Palabras que no pesan, que te hacen volar.
Sólamente palabras que no morirán.